Todo lo
que sé del fútbol III
-Si
existe el infierno, huele como el vestuario de los tíos.
-Y no,
el vestuario de las chicas no huele como debe oler el cielo. Más bien recuerda
a un Sephora o una convención de fabricantes de champús. (Y, malpensad@s, se
cómo huele ese vestuario porque me toca cerrar las luces y puertas que
graciosamente se dejan abiertas las últimas que se van. Otro tema es que me
vista de mujer y cante boleros, pero eso lo hago fuera del club).
-Las
espinilleras, con esos diseños tan llamativos, deberían ir por fuera de las
medias (más conocidas como mitchetas, pronunciado así, con ch, para
diferenciarlas de mishetas, que son las gatas salvajes que me retienen en casa
exigiendo su dosis de amor). O se hace que molen más las medias o pintamos las
espinilleras de color gris. En caso contrario estamos tirando el dinero
tontamente.
-Ningún
jugador/a ha disputado nunca un partido por la mañana sin haber dormido la
noche anterior. Nunca jamás. Es decir, se habrán presentado al campo, pero de
disputar nada de nada. Normalmente al cabo de medio minuto de intentar correr
piden el cambio, y por primera vez en su vida se alegran de estar en el
banquillo. Algunos ven doble y se sientan en el del equipo rival, eso también
es verdad.
-Existió
una vez un jugador que entendió mal lo del concurso de toques y le pegaron una
pedazo de hostiaca. ¡Oeeee!
-Las
pelotas medicinales no están llenas de gelocatiles.
-Es
sabido en los foros de ciencia que el número de entrenadores en las gradas
crece en proporción al número de derrotas sufridas. Si se pasa por una racha
negativa en cuanto a resultados, en ciertas personas se activan las conexiones
neuronales que corresponden al saber futbolístico, y se desactivan
completamente las del apoyo y confianza en la tarea del míster.
-Ha
vuelto la primavera, y con ella la alergia. La alergia que le tengo a tu pu%&
madre, Filomena.
-Si
alguna vez intentas que un señor de 57 años cuele como nuevo fichaje de tu
equipo cadete femenino, sería primordial que se afeitase la barba y el bigote.
Y aun así hay veces que no se fían, o sea que vamos a llevarnos bien y no
hagamos trampas.
-El
señor Pepe Era se casó con Laura Do. Tuvieron un hijo al que llamaron Federico.
Pasan lista en el colegio: -¿Fede Era Do? –Que va, estoy en el escolar todavía,
tito.
-Los
donativos para agradecer el último chiste se pueden destinar directamente a
alguna obra benéfica, me niego a llevarme ningún porcentaje. Así soy. Leyenda.
Me voy
a llorar al váter.